sábado, 4 de marzo de 2017

Volver de Brighton a Vigo




Diez días con casi treinta adolescentes a tu cargo en un país extranjero te dejan laminada. ¡Menudo tute nos hemos dado Jose y yo con nuestros alumnos en Inglaterra!. Estamos agotados pero también muy contentos porque lo han pasado muy bien y han aprendido mucho. Es el cuarto año que hacemos este viaje, y como siempre, a mi regreso comparto algunas fotos con vosotros. Hemos estado "pegados" a los chicos casi todo el tiempo, de manera que prácticamente el 100% de las imágenes son de ellos y en lugares que ya os he enseñado en otras ocasiones. Sólo me he traído el recuerdo de algún momento. La próxima semana volveré al blog una vez digerido el cambio. He pensado que voy a incluir al final de los post un resumen de las tropelías de la semana. Empezaré el sábado próximo e incluiré las de estos días pasados; ya he visto que la cosa ha estado entretenida. No las pongo hoy porque ya os digo que necesito un tiempo de adaptación, que vengo muy sensible. Hala. Feliz semana. Un abrazo y que el país os sea leve.


                                      Un tienda de telas con jardín en las New Lanes de Brighton


                   Hay un montón de sitios para merendar cosas ricas. Este no lo conocía.


                         Solo me dio tiempo de comprar un pastel y de mirar por la ventana


Se llama Patterson, es un rockero pata negra y crea joyas singulares. Estuvimos charlando un buen rato en su tienda de Brighton. Me parece que no le gusta vender a quien no "sintoniza" con sus joyas.


                         En el pueblecito marinero de Shoreham me gustó esta tienda de antigüedades.


             Al lado había una de ropa usada a favor de una ONG. En Inglaterra hay muchas, también a                  favor de nuestras mascotas.

El escaparate de una empresa de limpiadoras a domicilio. Tenia unos carteles muy simpáticos



                 En Harrods los chicos vieron que también los ingleses aprecian el buen jamón


Un buen libro de Historia que se está vendiendo muy bien.


Donde quiera que vayas, siempre piensan que su carne, sus hortalizas, su pescado, son los mejores...

                 El jueves los llevamos a la zona chic de Londres. Empezamos por Regent Street.


Muy cerquita pude entrar en la perfumería de Liberty. Visita obligada. Un pequeño lujo que sí me puedo permitir. La Violette, de Annick Goutal.


...y los perfumes de mi perfumista favorito, Francis Kurkdjian. Ahora estoy con My de Burberry y À la rose. Es un parisino de origen armenio que perfuma a mujeres de todo el mundo. Si tuviera mucho dinero les pagaría unos buenos viajes a unos cuantos que yo me sé, y tal vez fuera una buena idea llevarlos a la perfumería de Liberty, la aromaterapia hace milagros.

1 comentario:

  1. La arribada de un grupo de jóvenes vigueses a Regent Street.

    Hasta el guionista con menos talento del mundo - que seguramente sería español y evidentemente de izquierdas - podría sacar petróleo sobre las andanzas de treinta adolescentes con la testosterona desatada mientras intentan - y dicho sea sin ánimo de incordiar, misión imposible - aprender algo de inglés en la tierra de la señora Theresa Mary May. Pero mejor que hablemos de otra arribada, A festa da Arribada. Este fin de semana pasado la aldea más bonita del mundo se vistió de gala para conmemorar el 524 aniversario de la llegada de Martín Alonso Pinzón a las playas bayonesas con su Pinta. Permítanme una aclaración, digamos para los mostrencos podemitas, que la pinta no era de cerveza. Y con una pinta no muy presentable arribaron nuestros protagonistas en las playas de Bayona un lejano día de finales de febrero de 1493, siendo los miñoranos los primeros en enterarnos de la existencia de un nuevo mundo (no sabemos si las miñoranas compartían nuestra alegría o ya eran asesinadas por el PP de la época). Por otra parte desconocemos si el onubense Martin Alonso Pinzón consiguió entenderse con los nativos en el idioma de Cervantes (que aún no había nacido) o necesitó un traductor. Y puestos a especular hasta es posible que el Monte Real Club de Yates todavía no estuviera operativo, al parador aún andaba Don Manuel dándole los últimos toques y lo único que pudo apreciar Pinzón en todo su esplendor es el furancho “O Refuxio D´Antón” que estaba igual que hoy en día, es decir, lleno m….. Cierto es que el onubense llega un poco tocado de los bajos y no estaría para muchas alegrías culinarias después de haber tenido alguna que otra aventurilla con varias nativas y que le llevaría a la tumba pocas semanas después en su Palos natal. Más que unos buenos calafateadores para la renqueante Pinta, lo que hubiera necesitado el gran navegante palermo (de Palos de la Frontera) era un médico y un buen hospital. Pero es que el Álvaro Cunqueiro todavía estaba en bragas, e ítem más, al autor de Crónicas de Sochantre todavía le faltaban casi mil primaveras para arribar a este mundo. Las Bahamas sí que eran un mundo por descubrir, un oasis de tranquilidad, hasta que llegó Colón y mandó a parar. No es por joder, pero imagínate que llegas al nuevo mundo y te sale a recibir Pablo Iglesias. ¡Qué chasco! Un mundo nuevo donde aparentemente no había curas y los populistas nativos se comían a la gente por las patas. Más o menos lo que hacen aquí con los periodistas disidentes. América era un remanso de paz. No llegaba ni el Correo Gallego. ¿Se puede pedir más tranquilidad? El paraíso, vamos. Ahora que lo pienso, hace años mi amigo Antonio, de La Puebla del Caramiñal, me dio una definición bastante aproximada sobre lo que es el paraíso. A su sabio entender, el paraíso sería una playa caribeña de fina arena, bañada por aguas cristalinas, habitada por nativas complacientes y con un inmenso barril de cerveza Estrella Galicia a tu disposición, a ser posible 1906 Gran Reserva. No puedo estar más de acuerdo. A las Indias recién descubiertas, solo les faltaban unas tapas de pulpo a feira, unas croquetas de grelos, unas zamburiñas a la plancha para que Colón y toda su trouppe se hubieran quedado por allí forever. Si un defecto podemos (dicho sea sin intención de molestar) encontrar en esas remotas islas recién descubiertas es que no le gustaba el fútbol, lo cual no deja de ser algo raro. Yo no soy raro, soy miñorano y por una buena fiesta … ma - to. Y llegó el día, el entorno prometía, la situación parecía idílica, nos habíamos alejado un poco de la fiesta de la arribada, pero no mucho, concretamente en La Ramallosa, pero el que no arribó nada fue el Celta. Bueno, de hecho le arribaron cinco veces. Tengo un amigo bayonés que siente predilección por su pueblo, pero cuando se aproxima la fiesta de la Arribada huye como alma que lleva el diablo. Yo tal vez no vuelva. O tal vez, sí. ¡Cómo escuece el cinco a cero!

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